La
situación en Bolivia ha llegando a ser insostenible en sentido político y
social, dos extremos de posturas aparentemente irreconciliables están
dispuestos a demostrar que no están van a ceder de ninguna forma, situación que
podría llevarnos al extremo de un conflicto que fácilmente se tornaría en
violencia física.
¿Cómo
es que llegamos a esto? en el libro “El Arte de la Guerra” de Nicolás
Maquiavelo, Fabrizio Colonna comenta que todas las naciones, reinos y países
del mundo llegan a momentos de inevitable conflicto, debido a que de una forma
u otro se generan diferentes eventos que llegan a ser insoportables para gran
parte de la sociedad. Por lo tanto podemos inferir que el conflicto en Bolivia
ha surgido de una serie de fenómenos que a la larga se han tornado
insoportables, siendo el constante abuso de poder por parte del gobierno el que
prima entre todos ellos, considero que el término adecuado para referirnos a lo
que hace el MAS es una “farra de poder”.
¿En
qué momento comenzó la farra? algunos ingenuos afirman que el poder corrompió a
Morales y todos sus esbirros de forma progresiva y con el paso del tiempo llego
al punto de intoxicación en la que se encuentra actualmente. Sin embargo estas
expresiones simplemente son un bálsamo para aquellos que cometieron el error de
votar en más de una ocasión por él, la realidad es que el poder no corrompe a
las personas simplemente saca a flote su verdadera naturaleza. En este sentido
la farra comenzó desde el momento en que Morales gano sus primeras elecciones
presidenciales, las cajas empezaron a circular rápidamente entre los
partidarios del nuevo presidente y no tardarían en organizar su primer bacanal,
claro que no podían ponerle ese nombre por lo que decidieron llamarla “Asamblea
Constituyente”, de la cual saldría la Nueva Constitución Política del Estado
Plurinacional de Bolivia.
La
mayoría de las personas se arrepienten de lo que hace cuando están ebrias y los
partidarios de MAS no son la excepción, la Constitución que elaboraron a su
antojo momentáneamente fue un deleite para sus parroquianos apetitos y sus
mezquinos interés partidistas configurando de esta forma su “obra maestra”,
todo esto mientras la mayoría de la población confiaba ciegamente en sus
gobernantes imbuidos en un espíritu de ingenuidad. Pero la “obra maestra” del
MAS tenía un problema congénito, el artículo
168 de su Constitución era en todo sentido discordante a sus ya manifiestos
impulsos totalitarios, una falla que en un desatino de ebrio no se dieron el
trabajo de resolver, confiados en que la supremacía política que ostentaban les
permitiría obrara según sus deseos en cualquier momento. Con el paso del tiempo
se incrementó la facilidad con la que manipulaban la opinión pública, solo
conocían de victorias, llegando a creer que ostentaban un poder propio y no
delegado como realmente era, manteniendo un discurso elemental, binario, exactamente
igual al que utilizaron para acceder al gobierno el 2006.
El
MAS ignora una de las reglas elementales de la política que fue diseñada por
Max Weber, misma que nos enseña que existen tres tipos de discursos políticos
que se deben manejar con habilidad en la vida pública, el primero es el
discurso con el que accedes al poder, el segundo es con el que mantienes dicho
poder y el tercero es con el que abandonas el poder, siendo el tercero el más
difícil de utilizar, debido a que él que tiene poder no quiere cederlo,
compartirlo y mucho menos entregarlo. Desde que llegaron al gobierno jamás
renovaron su discurso o sus técnicas de manipulación, al punto de que carecen
de elementos válidos para mantener el poder político en un escenario
democrático, para colmo aquella falla congénita de su Constitución ha llegado
para atormentarlos y esto solo los ha llevado a agotar todos sus recursos, por
lo que se encuentran enfrascados en un vórtice de entropía que gira sin
control.
¿Cuál
será el desenlace de tan peligrosa situación? Es posible que de una u otra
forma en enfrentamiento sea inevitable, la variante será la dimensión del
mismo. Lo que es una realidad es que existe un conflicto entre bolivianos, por un
lado los que desean incrementar su poder y el tiempo que lo ejercerán, por otro
lado están los que desean establecer un escenario de política propositiva y
moderna en el que el enfrentamiento es ideo-programático.
Christian Andres Gonzales Calla.
Politólogo.