Sangre, dolor y lágrimas, ofreció a su pueblo
el gran estadista ingles Winston Churchill para salvar a su patria de la
destrucción con que la amenazaba Adolfo Hitler. Víctor Paz Estensoro y Hernán
Siles Zuazo dieron al pueblo boliviano igual dosis de lágrimas, sudor y sangre,
pero no para defenderlo o engrandecerlo, sino para destruirlo con su sistema
político similar al de Rusia o China, hipotecándonos hasta Dios sabe cuándo.
Es de esta manera que inicia el fantástico libro
de Hernán Landívar Flores, boliviano nacido en el departamento de Santa Cruz de
la Sierra que atravesó de una manera dolorosa por todo el proceso de la
revolución nacional, quien de una manera adelantada a su época y con la mínima
formación académica posible realizo uno de los ensayos críticos más
sobresalientes de la historia boliviana en la segunda mitad del siglo XX, en
opinión de un servidor.
Han pasado 53 años desde que público por
primera vez su libro intitulado “Infierno en Bolivia”, en el que denuncia
abiertamente y sin ningún tipo de temor las vejaciones a las que él cómo
cientos de bolivianos fueron sometidos desde el 11 de abril de 1952. Eludiendo
el nacionalismo enajenante de la época y el aparente heroísmo de las acciones
de los movimientistas del MNR, Landívar relata todo sobre los espeluznantes
acontecimientos liderados por Estenssoro y Zuazo en compañía de todos sus
partidarios.
Destacaron las cámaras de torturas y el campo
de concentración en Corocoro, lugares donde los perseguidos políticos eran
llevados para ser torturados y en muchos casos asesinados a nombre de la
sangrienta revolución, las persecuciones hacia las familias de cualquier
detractor del movimiento y el exilio en propia tierra, pues aquellos que no
caían por desgaste físico eran puestos en libertad para morir lentamente de
hambre al no poder conseguir trabajo.
Si bien su obra se encuentra plagada de fanatismos del lado contario a la revolución como ser patriotismo católico ortodoxo, mesianismo en relación a los líderes caídos y una notoria parcialidad por el partido liberal de Bolivia, el autor consigue dilucidar los hechos que contradecían el aparente espíritu patriótico de la revolución, minimizar sus supuestos logros ya que con sus acciones futuras caerían en las mismas prácticas de sus predecesores y separar al humano del caudillo, es decir, identificar la humanidad frágil y manipulable de los líderes de ese entonces, quienes como el mismo describe, no eran más que hienas en busca de presas fáciles de cazar.
Considero que es importante revivir esta obra
olvidada en las bibliotecas del país por una sencilla razón, los bolivianos a
lo largo de nuestra historia adolecemos del mal congénito del olvido de nuestra
propia historia y particularmente olvidamos todos los hechos nefastos que
atormentaron a nuestros ancestros, lo que nos lleva a repetir los mismos
errores una y otra vez.
Así como la población deposito su fe
ciegamente en Víctor Paz Estensoro, lo que nos llevó a una era de gobiernos
caracterizados por el partidismo exacerbado, unilateral y corporativo,
actualmente nos vemos en una situación similar, donde la demagogia, monopolio
de Estado y caudillismo nos ha introducido en un terrible estancamiento
retrograda en el que nos vemos reducidos a simples fichas, sustituibles a los
ojos de nuestros pedestres y chabacanos líderes.
“Infierno en Bolivia” es un grito clamoroso que muy pocos ha conseguido escuchar, en el que llama a la reflexión continua sobre la manera en que dirigimos nuestros destinos como miembros de una nación, en el que resalta el hecho de que cualquier ideología que requiere robar, engañar y asesinar, por más bien intencionada que sea, a la larga nos llevara a todos a la ruina.
Landívar escribió su obra con la creencia de
que la historia daría su veredicto final, en sentido de que la conciencia
colectiva condenaría la barbarie de la revolución en el futuro, pero aquí
estamos 53 años después y la mentalidad no ha cambiado.
Christian Andres Gonzales Calla.
Politólogo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario