Durante años han
sido formuladas diferentes teorías al respecto de diferentes personajes históricos,
en sentido de buscar una aparente atemporalidad en ellos al decir que de haber
existido antes o después de sus épocas habrían sido igual de trascendentes de lo
que fueron, lo que en un sentido romántico ha sido material para diferentes
obras de ciencia ficción y novelas fantasiosas.
Sin embargo,
más allá de los ideales formados alrededor de los artífices de la historia
humana, es necesario recalcar el hecho de que la importancia de dichos
personajes se encuentra ligada a la época en la que vivieron. Homero, quien fue
el autor de La Ilíada y La Odisea, hoy en día posiblemente sería ignorado por
las menos refinadas pero populares sagas literarias que aturden las mentes del pueblo
como ser Crepúsculo, 50 sombras de Grey e incluso Harry Potter.
Lo que nos lleva
a nuestro país, donde en los últimos 11 años hemos visto surgir la imagen de
Evo Morales que paso de ser un líder local a un dirigente mundial, según sus
partidarios, quienes lo glorifican y señalan como el arquetipo del político moderno,
lo que dificulta hacer críticas sobre él sin despertar la ira de sus seguidores.
Conversando
con mi colega politólogo Jorge Roberto Marquez Meruvia, a mediados del 2008, solíamos
bromear al decir que en algunos años los discursos del MAS pasarían de lo
políticamente ficticio a lo realmente mágico, dando paso al “Realismo Mágico”,
donde todas las afirmaciones son igualmente validas siempre y cuando resalten lo
nacional popular.
Pero en
ninguna de mis visiones de futuro podría haber imaginado que lo mágico sería
superado por lo mítico, ya que el pasado 22 de julio del presente año nuestro
vicepresidente daría el primer paso para crear una nueva línea discursiva, el “Realismo
Mítico”.
Citándolo
literalmente dijo lo siguiente, “Si hace 100 años hubiera habido otro Evo, no
hubiéramos perdido el mar. Lo hubiéramos defendido con uñas y dientes. Todos
los bolivianos, hasta las guaguas, hubiéramos ido a defender el mar porque
ahora nos duele, lloramos por no tener mar”.
En 1879 las
condiciones políticas no eran las mismas, la sociedad se encontraba fraccionada
y el amor a la patria se encontraba en construcción, ya que se intentaba fundar
la identidad nacional en una república que fue creada por las maquinaciones del
vilipendiado Dr. De Charcas, Casimiro Olañeta, por lo que era muy complicado
infundir el patriotismo en nuestras fronteras.
Pasando por
alto el hecho de que la guerra del Pacifico fue en 1879 hace 138 años,
demostrando que la aritmética no es uno de los puntos fuertes del bachiller
Linera, queda esa imagen que se intenta insertar en la mente de la sociedad
boliviana en la que la historia comienza y termina en la figura de Morales.
Este tipo de
discursos propios de los regímenes totalitarios tienen por objeto ensalzar la
imagen del caudillo, buscando crear en el imaginario de las personas un aspecto
mítico sobre el líder, que pasa de ser un humano a un Rey similar a Dios sin el
cual la sociedad en su conjunto estaría condenada al fracaso.
Haciendo gala
de su desconocimiento de la historia política, Linera nos deja en claro que al
MAS se le acabaron los argumentos medianamente lógicos o creíbles para
justificar sus acciones, por lo que necesita rodear a su jefe de cortinas de
humo que puedan cubrir sus notorias falencias y evitar que pase a ser parte del
panteón de la política nacional.
Evo Morales es
producto de las circunstancias históricas previas a su elección, una coyuntura
que difícilmente se podría replicar, por lo que no es un personaje atemporal
que depende de sí mismo para resaltar en la historia, de haber existido en 1879
probablemente habría muerto en la triste marcha por el desierto de Atacama, con
una frazada en su espalda y algo de whiskey en su cantinflora.
Christian
Andres Gonzales Calla.
Politólogo.
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