lunes, 24 de julio de 2017

El MAS y el Realismo Mítico.



Durante años han sido formuladas diferentes teorías al respecto de diferentes personajes históricos, en sentido de buscar una aparente atemporalidad en ellos al decir que de haber existido antes o después de sus épocas habrían sido igual de trascendentes de lo que fueron, lo que en un sentido romántico ha sido material para diferentes obras de ciencia ficción y novelas fantasiosas.

Sin embargo, más allá de los ideales formados alrededor de los artífices de la historia humana, es necesario recalcar el hecho de que la importancia de dichos personajes se encuentra ligada a la época en la que vivieron. Homero, quien fue el autor de La Ilíada y La Odisea, hoy en día posiblemente sería ignorado por las menos refinadas pero populares sagas literarias que aturden las mentes del pueblo como ser Crepúsculo, 50 sombras de Grey e incluso Harry Potter.

Lo que nos lleva a nuestro país, donde en los últimos 11 años hemos visto surgir la imagen de Evo Morales que paso de ser un líder local a un dirigente mundial, según sus partidarios, quienes lo glorifican y señalan como el arquetipo del político moderno, lo que dificulta hacer críticas sobre él sin despertar la ira de sus seguidores.

Conversando con mi colega politólogo Jorge Roberto Marquez Meruvia, a mediados del 2008, solíamos bromear al decir que en algunos años los discursos del MAS pasarían de lo políticamente ficticio a lo realmente mágico, dando paso al “Realismo Mágico”, donde todas las afirmaciones son igualmente validas siempre y cuando resalten lo nacional popular.

Pero en ninguna de mis visiones de futuro podría haber imaginado que lo mágico sería superado por lo mítico, ya que el pasado 22 de julio del presente año nuestro vicepresidente daría el primer paso para crear una nueva línea discursiva, el “Realismo Mítico”.

Citándolo literalmente dijo lo siguiente, “Si hace 100 años hubiera habido otro Evo, no hubiéramos perdido el mar. Lo hubiéramos defendido con uñas y dientes. Todos los bolivianos, hasta las guaguas, hubiéramos ido a defender el mar porque ahora nos duele, lloramos por no tener mar”.

En 1879 las condiciones políticas no eran las mismas, la sociedad se encontraba fraccionada y el amor a la patria se encontraba en construcción, ya que se intentaba fundar la identidad nacional en una república que fue creada por las maquinaciones del vilipendiado Dr. De Charcas, Casimiro Olañeta, por lo que era muy complicado infundir el patriotismo en nuestras fronteras.

Pasando por alto el hecho de que la guerra del Pacifico fue en 1879 hace 138 años, demostrando que la aritmética no es uno de los puntos fuertes del bachiller Linera, queda esa imagen que se intenta insertar en la mente de la sociedad boliviana en la que la historia comienza y termina en la figura de Morales.

Este tipo de discursos propios de los regímenes totalitarios tienen por objeto ensalzar la imagen del caudillo, buscando crear en el imaginario de las personas un aspecto mítico sobre el líder, que pasa de ser un humano a un Rey similar a Dios sin el cual la sociedad en su conjunto estaría condenada al fracaso.

Haciendo gala de su desconocimiento de la historia política, Linera nos deja en claro que al MAS se le acabaron los argumentos medianamente lógicos o creíbles para justificar sus acciones, por lo que necesita rodear a su jefe de cortinas de humo que puedan cubrir sus notorias falencias y evitar que pase a ser parte del panteón de la política nacional.

Evo Morales es producto de las circunstancias históricas previas a su elección, una coyuntura que difícilmente se podría replicar, por lo que no es un personaje atemporal que depende de sí mismo para resaltar en la historia, de haber existido en 1879 probablemente habría muerto en la triste marcha por el desierto de Atacama, con una frazada en su espalda y algo de whiskey en su cantinflora.
 
Christian Andres Gonzales Calla.
Politólogo.


lunes, 17 de julio de 2017

Sobre el Destino del Arte.



A riesgo de pecar de ingenuo en esta era de la ingenuidad, me he propuesto hacer un paréntesis de los temas culturales que interesan a nuestra sociedad como ser la cuestión de determinar si es que la salteña es paceña o es potosina (por cierto es tarijeña), con la finalidad de reflexionar sobre el destino del arte en Bolivia o para ser más exacto, dilucidar acerca de si el arte tiene algún destino en Bolivia.

En palabras del ilustremente desconocido Dr. Jaime Guerra, a quien he calificado como el poeta de lo inmundo, el arte en Bolivia en los últimos años se ha formado en sentido de ser simplemente arte, es decir que bien podría tener algún significado pero en la mayoría de los casos no lo tiene.

Para comprender esta idea es necesario ver al arte como parte de las formaciones históricas de la sociedad boliviana, en primer lugar es necesario recalcar el hecho que debido al fenómeno de la conquista mucho del arte nativo de las regiones altiplánica y amazónica se han extraviado o en el mejor de los casos se han mezclado con las herencias ibéricas que sostenemos vívidamente hasta la actualidad.

Con esto quiero decir que nuestras prácticas artísticas en su mayaría son replicas o revisiones de estilos de arte del viejo continente, a pesar de que en la actualidad queramos renegar enérgicamente de muchas de aquellas herencias culturales que nos ha dejado la colonia.
Un gran problema el momento de buscar la originalidad del arte de la región andina es la ausencia de un lenguaje codificado que nos permita conocer sus referencias de primera mano, su noción sobre la belleza, la manera en que percibían la estética de la naturaleza y el papel del hombre el momento de plasmar estas ideas en un bloque de roca tallada.

El Dr. H. C. F. Mansilla explica en sus memorias que sostenemos una relación de amor y oídio con el mundo occidental, considero que el arte es una excelente forma de validar dicha afirmación, ya que si bien alegamos una originalidad prístina sobre nuestros legados culturales y por ende artísticos, al mismo tiempo buscamos el constante reconocimiento del mundo para sentir de alguna forma que aquello que hacemos tiene algún valor, nuestros coterráneos en otros países se desesperan por organizar entradas folclóricas en tierras lejanas y ese extraño deseo de combinar lo autóctono con lo cosmopolita, una suerte de autismo selectivo en el que requerimos de la aprobación de ese mundo del que tanto nos quejamos en algunos temas poco trascendentes, pero al mismo tiempo cerramos nuestras mentes sobre aquellas cosas que atacan nuestro estilo de vida eminentemente conservador.

Otro aspecto que llama mi atención es que combinamos palabras al azar con el fin de dar una categoría superior a nuestras prácticas artísticas, una prueba de ello es la existencia de “Ballets Folclóricos” un neologismo que no es otra cosa sino el deseo de emparentar lo autóctono con lo foráneo, ya que haciendo una pequeña revisión etimológica e histórica es fácil denotar el hecho de que “Ballet” es un estilo de danza con una técnica propia que data del siglo XVI, sin embargo en la actualidad se lo utiliza como sinónimo de un grupo de personas que bailan, un hecho que allende de ser refutado es replicado, aplaudido y elogiado por la población en su conjunto.

Es propio del postmodernismo el hecho de que todo sea lo mismo y nada tenga un valor cualitativo, por lo que no está bien visto criticar el arte por su contenido o su forma, en todo este entramado carente de significado solo cabe aplaudir todo por trivial, absurdo, monótono o simplón que sea.

En última instancia yo diría que el arte en Bolivia carece de un destino identificable, esta extraviado en el utilitarismo monetario, cegado por el sonido de los bombos y platillos de las fraternidades que confunden el arte con el desastre.          


Christian Andres Gonzales Calla.
Politólogo.  



sábado, 8 de julio de 2017

Hegel y el Asado de Tira.



Ha pasado un tiempo desde la primera vez que en compañía de un grupo de amigos tuvimos la fortuna de poder visitar la residencia del Dr. H. C. F. Mansilla, uno de los pocos académicos que hoy en día procura instaurar las bases del pensamiento crítico en las ciencias sociales en Latinoamérica y particularmente en Bolivia.

En aquella ocasión sentados en una pequeña pero elegante sala comenzamos a charlar con el Dr. Mansilla sobre diferentes temas, que iban desde la filosofía clásica hasta las diferentes formas de encender el carbón para una parrillada, recordando a figuras históricas como Vlad Tepes el Empalador, para después hacer parangones surreales del mismo con personajes menos macabros como Esopo.

Las divertidas y en muchos casos irreales anécdotas de nuestro anfitrión, quien siempre recalcaba el hecho de a su parecer a lo largo de su vida él no había hecho nada interesante y que veía a sí mismo como un hombre aburrido, nos trasportaban de las cómodas aulas dela Universidad Libre de Berlín a las casas aristocráticas de familias tradicionales austriacas, de sus viajes por el medio oriente a su infancia entre Argentina y Bolivia.

De rato en rato no perdía la oportunidad de manifestarnos su extrañeza ante el hecho de que un grupo de jóvenes de nuestra edad (entre 25 y 32 años) fuéramos voluntariamente a visitarlo, su hipótesis era que nosotros esperábamos que él nos entretuviera con historias emocionantes, una cena abundante digna de un Rey o posiblemente la compañía de atractivas mujeres que mantuvieran llenas nuestra copas.

Nuestra respuesta simplemente era que nosotros nos sentíamos más que satisfechos al poder conversar con él en persona, darle nuestros comentarios sobre algunas de sus obras y de ser posible que nos firme uno o dos de sus libros en compañía de una pequeña dedicatoria de ser posible.

A lo largo de toda la tarde y parte de la noche jamás pudimos convérselo de lo anterior, estoy seguro que aún está intentando dilucidar sobre nuestro fuero interno para descifrar que nos motivó a reunirnos con él en su departamento aquel día.

Al caer la noche la conversación se centró en nuestra atormentada república de Bolivia, le manifesté mi teoría de que Bolivia goza de una aparente inmortalidad como Estado en sentido de que antes del ocaso de muchos Estados en el mundo estos habían llegado a su apogeo y por lo tanto a Bolivia le queda aún mucho tiempo de vida ya que estamos muy lejos de llegar a tal nivel de desarrollo. A lo que él respondió con una estridente carcajada al mismo tiempo que asentía con la cabeza en señal de aprobación.

Recuerdo que en algún momento alguien menciono a Hegel (aunque no tengo claro porque motivo lo hizo), razón por cual nuestro anfitrión manifestó nuevamente su extrañeza sobre la conducta de mis amigos así como la mía, nos preguntó si es que habíamos ensayado la conversación previamente o si es que realmente disfrutábamos hablando sobre estos temas poco apreciados por nuestros contemporáneos.  

Uno de los presentes le menciono al Dr. Mansilla que ese tipo de conversaciones era normal mientras preparábamos un asado de tira, el doctor nos preguntó si es que siempre hablábamos de Hegel mientras preparamos un asado, a lo que uno de nosotros le contesto que a veces jugamos War en lugar de cocinar y eso ocasiono que todos los presentes riéramos estrepitosamente por unos 5 minutos.

Llegado el final de tan memorable reunión el doctor nos dio un consejo a uno de mis amigos y a mi persona, como había notado un cierto aire de desdén hacia las prácticas patrioteras, populistas, santurronas y chabacanas de nuestra república, sugirió que nos consiguiéramos una chica del pueblo que nos ayude a reconciliarnos con lo peor de nuestro país.     

Ha pasado un tiempo desde esa reunión y aún no he conseguido esa chica, para ser honesto jamás la busque.
  
                                  
Christian Andres Gonzales Calla.
Politólogo.  



Farra De Poder.

La situación en Bolivia ha llegando a ser insostenible en sentido político y social, dos extremos de posturas aparentemente irreconcilia...