miércoles, 20 de julio de 2016

Problemas de la Política en Latinoamérica (III). Venezuela y el espíritu anticrítico.



Problemas de la Política en Latinoamérica (III).
Venezuela y el espíritu anticrítico. 

Uno de los aspectos más relevantes respecto del acontecer político en Latinoamérica es la incapacidad de reconocer los errores, esto en sentido de que cada gobierno de turno, independientemente de la coyuntura, siempre ha carecido de la vocación de la autocrítica.

Sin embargo, durante los últimos años, esta característica ha incrementado sus dimensiones en los autodenominados gobiernos revolucionarios, el socialismo del siglo XXI pose esta vieja y aparentemente neoliberal práctica, en la que se afirma que todos los actos llevados a cabo son incuestionables.

Pero todo lo acontecido durante la instalación de la nueva Asamblea Nacional de Caracas Venezuela, registro un nuevo parámetro en lo que respecta al ego de un partido de gobierno que se encuentra en una evidente crisis producto de sus constantes actos arbitrarios en casi dos décadas en las que se ha conseguido “partiendo de la nada y de un solo esfuerzo, se ha llegado a alcanzar las más altas cuotas de miseria[1].

Toda la tensión en la que se llevó acabo el acto fue que la oposición venezolana asumió el pasado martes 5 de Enero de 2016 su mayoría en la Asamblea, lo que deja atado de pies y manos al oficialismo liderado por Nicolás Maduro, quien por medio de sus copartidario se valieron de una empobrecida retorica plagada de chauvinismos binarios[2].

Diosdado Cabello, quien fuera el presidente de la Asamblea Nacional, se retiró en compañía de la bancada oficialista pero no antes de tomar la palabra por medio de la cual expreso que la presente situación de Venezuela es contraria a la voluntad del pueblo y que todos aquellos que votaron por la denominada derecha no es más que el producto de compra de conciencias, mentiras muy bien albardas y el regreso de aquellos que definió como los “enemigos de la libertad”.

Finalizando sus discursos con una curiosa afirmación, por medio la cual expreso que cualquier lugar del mundo en el que se luche por la libertad y el progreso del pueblo llevan consigo la bandera de Hugo Chávez, por lo que siendo la representación de la revolución su deber será mantener vigente la lucha iniciada por su comandante.

Lo más relevante fue que al final de todo se llegó a una por demás alocada idea que nos trasporta a los tiempos de la revolución francesa, donde se instauraron la convención Nacional misma que se destruyó así misma a razón de las contradicciones internas procedentes de las medidas radicales que emanaron de la misma.

Dicha idea es la formar un “Congreso Patriótico” mismo que en teoría seria creado en respuesta al clamor del “verdadero pueblo venezolano”, donde seguirían con los actos revolucionarios en pro de los menesterosos y contra los embates del imperialismo o siendo más específicos, de la “corrompida Asamblea Nacional”.

La palabra sedición suele ser utilizada sin criterio en estos días, pero puedo asegurar que la sola idea de establecer un congreso paralelo a la asamblea nacional es una de las pocas acciones que puede ser calificada como sediciosa sin necesidad de hacer un análisis profundo, resulta evidente que implica muchas acciones que van en contra del sistema democrático que impera en Venezuela.

Además de ser una forma poco digna de reconocer la derrota es un desconocimiento total a la voluntad expresada por medio del voto de los ciudadanos venezolanos, establecer un congreso extra oficial es básicamente declarar la intención de formar una Estado dentro de un estado, lo cual según lo que tengo entendido puede ser catalogado como traición o sedición (lo más lejano a un estamento patriótico) y finalmente, es un medio por el cual se desestabilizara la labor de la Asamblea vigente con el objetivo de desprestigiarla.

La división entre opositores y oficialistas llegaría a niveles irreconciliables, generando intolerancia entre los habitantes de Venezuela e imposibilitando el trabajo conjunto de los miembros de la Asamblea. 

Todo esto nos regresa a la obra de Carl Schmitt donde atendió el debate respecto de la legalidad y la legitimidad, ambas quedarían de lado en caso de que dicho congreso llegara a ser conformado.

La gran interrogación que queda es si esta actitud se convertirá en una tendencia entre todos los gobiernos revolucionarios latinoamericanos ¿en caso de que pierdan, tomaran el camino de la acción política madura o darán rienda suelta al comportamiento pueril de no reconocer los errores que han cometido durante su administración?


[1] Frase del célebre Grocuho Marx, actor, humorista y escritor estadounidense.
[2] El chauvinismo binario hace referencia a la incapacidad de aprender del entorno en combinación a la visión parcializada de la clásica batalla entre el “bien” y el “mal”, aquellos que defienden la “verdad” y los supuestos artífices de la “mentira”.

Problemas de la Política en Latinoamérica (II). Bolivia y la democracia instintiva.



Problemas de la Política en Latinoamérica (II).
Bolivia y la democracia instintiva.

Existen ciertos elementos de las sociedades latinoamericanas a las que nos podemos referir de distintas maneras, por un lado están las “mitomanías[1]” y por el otro esta lo que el músico y compositor boliviano conocido como el “El Papirri[2]” denomina como la “metafísica popular[3]”.

Ambas ideas se refieren a lo mismo, la sabiduría popular que en la mayoría de los casos suele ser la más influyente el momento de actuar o en la toma de decisiones, muchos piensan que solo están abocados a las interacciones sociales básicas, pero si hacemos un análisis crítico resulta evidente que es dicha sabiduría la que dirige nuestros destinos.

Entre todas las formulas abstractas que hoy por hoy son parte de todas las sociedades latinoamericanas y en el caso particular de Bolivia, resulta alarmante que la mayoría de estas ideas trasmitidas por una suerte de código genético societal están directa o indirectamente relacionadas al acontecer político.

Esto genera muchos problemas, ya que en la mayoría de los casos dicha sabiduría está ligada a regionalismos, visiones maniqueístas e incluso posiciones antiquísimas que suelen tener aspectos raciales o discriminatorios.

Considero que la más problemática es la que afirma que “no se necesita estudiar para gobernar”, que genera un perdida de relación entre el conocimiento y la política, dejándola a la merced de todo un conjunto de improvisados que en muchos casos suelen enorgullecerse de su falta de educación académica e incluso llegan a afirmar que la experiencia vale más que la preparación.

Esto crea una suerte de “democracia instintiva[4]”, donde la idea de democracia está sujeta a lo que cada quien crea de ella, lo que bien puede hacerla más eficiente o menos eficiente dependiendo de quién esté en el gobierno de turno.

Una democracia de dicha naturaleza corre el riesgo de incentivar la división entre los diferentes sectores de la sociedad, pero más allá de ello puede que con el paso del tiempo las diferencias generadas lleguen a ser irreconciliables, lo que despoja a la democracia de su naturaleza, ya que no existe el espacio de dialogo por lo que no es posible el disentimiento en esta especie de guerra santa entre los “buenos” y los “malos”, los “patriotas” y los “antipatriotas”, entre “el pueblo” y “el pueblo”.

Otro de los errores de la “democracia instintiva” es que suele estar construida en base a las deliberaciones internas del gobernante, los líderes políticos y los caudillos, más allá de lo que la democracia es por definición, un sistema de gobierno, pasa a ser lo que erróneamente muchos definen como un “estilo de vida”.

Los estilos de vida varían de persona a persona, si asociamos la democracia con esta idea lo que producimos es una multiplicidad de ideas que suelen ser irreconciliables, cuando lo que cualquier sociedad necesita es tener una idea en común respecto de su sistema de gobierno para que de esta manera la participación en la vida pública sea lo más sencilla posible.

Finalmente, entre toda la gama de dificultades que genera la “democracia instintiva” me aventuro a afirmar que el principal problema es la saturación del sistema de gobierno, es decir que al estar sujeta a las arbitrariedades corporativas de los partidos políticos o personales por parte de los caudillos, se sobrecarga de demandas y exigencias parcializadas al gobierno de turno, que suele ceder ante aquellos que representen algún tipo de beneficio y no así para los proyectos o necesidades de la sociedad.

La desvinculación entre el conocimiento y la política es sin duda un gran problema para la vida pública, aquella visión heredada por la “doctrina del miedo[5]”, en la que se ve con desconfianza a aquellos que tienen mayor preparación al considerar que desconocen el sentir del “espíritu del pueblo”[6].       


[1] Alejandro Grimson utiliza este término para referirse a los mitos que son parte de la sociedad argentina, su intención es estudiar que tan ciertos son por medio de una rigurosa introspección de las relaciones sociales y la manera de pensar o actuar de las personas.      
[2] Manuel Monroy Chazarreta, cantautor y guitarrista boliviano.
[3] Razonamientos populares que expresan los sentimientos, saberes y experiencias del conjunto de la sociedad paceña (La Paz – Bolivia).  
[4] Aquella democracia que es producto de los pálpitos o corazonadas de las personas, no está ligada al razonamiento como fue ideada sino que responde a las arbitrariedades de aquellos que ostentan el poder público así como a las parcialidades de los diferentes elementos de la sociedad.  
[5] Por medio de imágenes, representaciones icónicas o literarias se busca generar temor entre las personas respecto de determinadas ideas, personajes e incluso países, esto para mantener a la sociedad en una situación conveniente para los que ostentan el poder.
[6] La escuela materialistas histórica sostiene que uno de los principales elementos que dificultan todas las labores relacionadas con la sociedad es el llamado espíritu del pueblo, que es producto de su desarrollo histórico, objetivos y aspiraciones como un conglomerado social.

Problemas de la Política en Latinoamérica (I).



Problemas de la Política en Latinoamérica (I).

Cuando escuchamos hablar de política en América Latina, ya sea en los estratos menos preparados académicamente como en aquellos que aparentan un gran nivel de conocimientos, la concepción de la misma suele ser negativa en extremo, sin embargo es una de las actividades a las cuales muchos de sus supuestos detractores aspiran.

Lo cual genera muchas dudas, la principal a mi parecer es ¿Qué entienden las personas en Latinoamérica por política? Si bien puede resultar pretenciosos e incluso ingenuo el hecho de intentar responder dicha duda sin realizar encuestas o sondeos de opinión, considero que en realidad la mejor manera de solucionar este problema requiere mantener cierta distancia de la opinión común, ya que es justamente de ella de la que deviene la visión, errada en mi análisis, de que la política es la culpable de los principales males de esta parte del mundo.

En primera instancia considero que existe una relación íntima entre la noción de sociedad y la de la política, ya que el momento de señalar los supuestos vicios de la actividad política en realidad se está poniendo en evidencia aquellos vicios que son parte de las dinámicas sociales tanto de su coyuntura como de su estructura.

Según Joan Prats, en su colección sobre ensayos de gobernabilidad y gobernanza, el problema del desprestigio de la política no tiene origen en Latinoamérica, es un fenómeno casi universal y de razones diversas[1].

Lo interesante de los ensayos en dicha colección es que señala la particularidad de que los principales opositores a la actividad política han sido los dictadores que han existido en diferentes partes del mundo a lo lago de la historia de la humanidad, desde Franco hasta Castro, los seguidores de ideologías totalitaristas siempre han visto con malos ojos a la política en todas sus dimensiones.

El problema que tienen los extremistas con la política radica en que desprecian las falsas esperanzas que, según ellos, esta hace para con los habitantes, al mismo tiempo que enfatizan la raíz social de su causa suprema e indiscutible. 

En realidad lo que disgusta a los extremistas respecto de la política es que esta tiene como centro el debate, la controversia y el cuestionamiento constante de todos los actos en la esfera pública, es decir, aquella paz que según los totalitaristas es su principal búsqueda, descubrimiento o creación en algunos casos, se vería atacada por aquellos que disienten de la posición de los autonombrados “defensores de la paz”.

Resulta hilarante que una de las principales acusaciones que se escuchan, al menos en Bolivia, es que un miembro de un partido político acusa a los demás partidos políticos de actuar políticamente, lo que a mi parecer es como acusar a un zapatero de arreglar zapatos, a un comerciante por comerciar o a un panadero por hornear panes.

Dicha conducta puede tener su origen en la herencia que nos dejaron los regímenes militares, donde el principal triunfo de los distintos dictadores o gobiernos de facto ha sido el hecho de crear una condición casi genética en las diferentes sociedades latinoamericanas en la que la mayoría de sus miembros tienen un temor patológico a la actividad política.

Vemos que la política ha pasado de ser el espacio en el que se debería tratar todos los temas trascendentales de la vida pública a ser el depósito de todos los enojos, rencores y temores de los conglomerados sociales, que han convertido a la actividad política en el chivo expiatorio ideal para todas las falencias de la sociedad en su totalidad.

Tomando todo lo anterior en cuenta es posible concluir que cuando las personas en Latinoamérica escuchan hablar de política la entienden como un reflejo de su sociedad, por lo tanto la política no es más que una externalización de todo aquello que les disgusta de sí mismos.

Prats manifiesta que la política no es un mal necesario como se la suele catalogar, sino que representa la preocupación de los hombres libres por mejorar las condiciones de vida en todas sus dimensiones, es la “ciencia de las ciencias”  como la llamo Aristóteles, la política es creadora de civilización, la manifestación viviente del pensamiento racional en contraste con los instintos primitivos que residen en nuestro subconsciente[2].

Por lo tanto es necesario resolver este problema que se encuentra entre los aspectos cualitativos de la política, mismos que en las últimas décadas han sido dejados de lado ante los atractivos, aunque vacíos de contenido, aspectos cuantitativos de la misma, específicamente en la vieja fórmula reduccionista de creer que una sociedad es más democrática o politizada en la medida en que participa es continuas elecciones en lapsos cortos de tiempo.  


[1] Prats Joan; A los Príncipes Republicanos, Gobernanza y Desarrollo desde el Republicanismo Cívico; Plural Editores; La Paz – Bolivia; 2006; Pág. 21.
[2] Ídem. Pág. 25.

Farra De Poder.

La situación en Bolivia ha llegando a ser insostenible en sentido político y social, dos extremos de posturas aparentemente irreconcilia...