Geovanni
Sartori es considerado junto a Norberto Bobbio uno de los padres de la Ciencia
Política Moderna, sus estudios sobre la democracia en combinación con sus
postulados sobre la labor de los politólogo han dado forma al trabajo de los
mismos en la actualidad.
Sin
embargo, en estos tiempos inciertos, la politología ha caído en un
estancamiento a nivel mundial al haber sido invadida por movimientos dogmáticos,
telúricos e incluso los nuevos embates de grupos religiosos de toda índole. Contaminado
a los científicos de la política, convirtiéndolos en simples vertedores de
opiniones simplistas, reduciendo su labor a justificar los banales apetitos de
grupos gregarios y chauvinistas.
La
situación es tan absurda en muchos casos, que incluso en aulas de la
Universidad Católica de Bolivia y la Universidad Mayor de San Andres se habla
de Sartori y Bobbio como simples especuladores, arguyendo que escribían sobre
situaciones que desconocían basados en suposiciones forzadas que no responden
al actuar societal.
Hace
unos días recibí un comentario en el que se hizo referencia a que los
politólogos, tomándome a mí por ejemplo, nos basamos en suposiciones distales
de la realidad para elaborar nuestros trabajos. En un principio lo tome como un
comentario destinado a generar malestar en mi persona o buscar una respuesta
desatinada de mi parte, en lugar de eso solo acalle la necesidad de dar una
contra respuesta y seguí adelante.
Pero
en los últimos días me mantuve pensando en ello, no por la intención del
comentario en si sino por una duda que surgió inevitablemente ¿en que se
refugia la ciencia política? Los juristas tienen la doctrina en sus diferentes
escuelas, los historiadores cuentan con los hechos para solventar sus estudios,
los sociólogos tienen una relación estrecha con el positivismo e incluso los
religiosos cuentan con su dogma para justificar sus actos.
Los
politólogos nos encontramos en una suerte de orfandad en este sentido, desde
que el gran secretario de Florencia, Nicolás Maquiavelo, estableció que el
estudio de la política no está ligado a una ideología y mucho menos a la
espiritualidad, sino a la realidad que está más allá de lo que los hombres
profesan.
Por
ello lo que nos interesa son las acciones de aquellos que detentan el poder
político o de los que buscan acceder al mismo, para esto es necesario
despojarse de toda carga filosófica o teológica, pues el actuar de la humanidad
en la mayoría de los casos suele estar antepuesto a lo que sus postulados
axiológicos pregonan.
Los politólogos no podemos justificar nuestras investigaciones en
utopías mentales, el deber ser es apartado para dilucidar las verdaderas
motivaciones de los actores políticos.
Para
esta labor los hechos históricos son útiles pero a la vez insuficientes, pues
al ser la humanidad un componente inestable e impredecible, no existe certeza
de que los hechos puedan repetirse de la misma manera que en el pasado, las
leyes por su lado no son un elemento suficiente ya que son coyunturales en su
mayoría o suelen ser diseñadas doctrinalmente bien, pero imprácticas para los
conglomerados sociales que se dirigen.
El
positivismo impartido en la revolución behaviorista en la década de 1950 llego
como una solución para este problema, pero tristemente ha generado que los
politólogos nos convirtamos en dependientes de las estadísticas, perdiendo la
capacidad de elaborar teorías, que la esencia de la Ciencia Política.
La
prospección es uno de los pilares de la Ciencia Política, pero para ello es
necesario especular en muchos casos, no como un atajo en la búsqueda de dar
conclusiones, sino como el reconocimiento de la duda, de lo impredecible del
acontecer político debido a su componente volátil, la humanidad.
Resulta
imposible dar una respuesta a la duda planteada anteriormente, ya que dar una
implicaría encerrar a la Ciencia Política en una jaula, siendo que una de sus
principales virtudes es y será la capacidad de pensar libremente, sin ataduras
epistemológicas que nos obliguen a defender lo indefendible y tolerar lo intolerable.
Christian Andres Gonzales Calla
Politólogo
Politólogo
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